Caldearenas

A 650 m de altitud. El núcleo de Caldearenas es la cabecera de su ayuntamiento y agrupa las siguientes poblaciones: Anzánigo, Aquilué, Estallo, Javierrelatre, Latre, San Vicente, Serué y otros cinco núcleos deshabitados.

Su Iglesia parroquial, levantada de nueva planta entre las décadas de los cincuenta y los sesenta, sigue modelos y formas de tradición románica.

La ermita de San Antonio, en pleno núcleo poblacional, es una obra del siglo XVIII con aditamentos posteriores, compuesta por una nave culminada en un ábside plano. También podemos visitar la fábrica de harina “La Dolores” así como la “Senda de Izarbe”, que finaliza en una borda rehabilitada como centro de interpretación de la vida pastoril.


Texto extraído de "Comarca del Alto Gállego" Col. Territorio. Gobierno de Aragón

Fábrica "La Dolores"

El visitante tiene la posibilidad de conocer el proceso de elaboración de la harina visitando la Fábrica de Harinas la Dolores, en Caldearenas. Un espacio museístico en la  antigua fábrica de harina, que comenzó a funcionar en 1925 y cerró su producción en el año 68. 

Fábrica de Harinas la Dolores, en Caldearenas

A principios de este siglo, el proceso industrializador que afectó a todos los sistemas de producción de la vida diaria llegó también a los molinos. El modo tradicional de hacer pan fue sustituido por un sistema que permitía moler más rápido y más cantidad de trigo al día. Su maquinaria era casi toda de madera y pocas son las fábricas que conservan íntegros todos los elementos que componían esta cadena.

Con el descubrimiento de las nuevas fuentes de energía y como acto reflejo del proceso de industrialización que se estaba desarrollando en todas las actividades humanas de principios de siglo, en 1925 Caldearenas estrena una nueva fábrica de harinas: La Dolores.

La fábrica constaba de una acequia para transportar el agua desde el río hasta el inmueble, una turbina para la producción de electricidad, que no sólo aportaba la energía necesaria para la elaboración de este alimento sino que abasteció luz a todos los pueblos de la zona hasta que fue instalada por las empresas eléctricas; un desagüe para que el agua volviese al río, la maquinaría específica para moler, importada desde Zurich, las naves para el almacenamiento del grano, un sistema para transportar la harina hasta el tren y una oficina, con telégrafo y todo, para llevar la contabilidad.

Todas estas instalaciones se quedaron obsoletas con la llegada de máquinas más potentes y modernas, y en 1968, por falta de rentabilidad y de renovación, La Dolores cerró. Sin embargo, su propietario Fermín Martínez se dedicó desde entonces a la limpieza, conservación y mantenimiento de la fábrica.